Hagamos un ejercicio comparativo para ver hasta qué punto Google debería permitir ciertas limitaciones en la indexación de la información y cumplir con la directiva de protección de datos:
Imaginen que su vecino, llamémosle Gooog, un buen día se levanta con ánimo de trabajar y decide salir a la calle y recabar toda la información que encuentre sobre usted. Gooog, pregunta a sus vecinos, que le cuentan que ayer salió a tomar una copa y volvió tarde, que lo vieron con una rubia en un bar y que además parecían muy amigos. De hecho le dan un calendario bastante preciso de cuándo está en casa, a qué horas sale y con quién y a qué horas vuelve. Ya sabe cómo son sus vecinos.
Sigue con sus indagaciones y una vez en la calle empieza a preguntar en el entorno. Visita a su frutero y le pregunta qué suele comprar usted, a su peluquero le pregunta acerca de su estilo de peinado y al farmacéutico de la esquina, que se resiste a darle información por ser especialmente sensible, acaba sacándole que hace tiempo que no pasa por allí, con lo que su vecino anota que parece estar sano.
A final del día Gooog ha creado un informe bastante exhaustivo, pero antes de publicarlo piensa que quizá pueda completarlo un poco más, así que consigue acceso a su móvil y le incluye unos micrófonos para controlar sus conversaciones y una aplicación que lee todos sus mensajes de correo. Ahora este vecino puede conocer con quién se comunica, qué amigos tiene, cuáles son sus intereses, y ya que puede, lo hace.
Al pasar los días la gente del barrio empieza a saber que Gooog recaba información sobre usted, y sin que nadie le pregunte algunos empiezan a cederle toda la información que tienen sobre su vida, incluida información que ni usted recuerda, dado que hay cosas que pasaron hace muchísimo tiempo.
En una semana Gooog tiene un bloc lleno de páginas con su información. Una biografía “no oficial”, claro está, que usted no solo no encargó, sino que jamás le pidieron permiso alguno para hacerla. En un afán de altruismo, Gooog decide colgarlo en la plaza principal para que todos sus vecinos puedan verlo, y deja al criterio de cada uno de los vecinos que utilicen la información con el mejor criterio que crean conveniente.
Usted, llegado ese momento, conocedor de que la información personal es suya y de nadie más, que se está atentando gravemente a su esfera privada, y por lo tanto este tratamiento incumple Reglamentos y Leyes de Protección de Datos y las correspondientes Directivas Europeas, amén de la Constitución, le pide amablemente que quite esta información de la plaza y que deje de hacer perfiles de su persona. Gooog le responde sin complejos que no quiere. Usted respira profundamente mientras escucha como le añade que él no se ha inventado nada. Que lo que usted podría hacer es ir a ver al frutero, al peluquero, al farmacéutico y a sus vecinos y pedirles que dejen de hablar sobre usted, que deje de utilizar su móvil y su ordenador y que cuando esté hecho, que le avise y él generará un nuevo perfil con lo que quede, o no mostrará nada si ha sido capaz de limpiarlo todo.
¿Le parece justo?
Esta ficción aparentemente ridícula es el día a día de Google. Nos impide ejercitar nuestros derechos de acceso a nuestra información, de rectificación de la misma, o del borrado de nuestros datos. Y ni que hablar de la posibilidad de oponernos a que en el futuro siga utilizando nuestros datos identificativos, nuestro nombre y otros datos privados, ya que esa información, aun siendo completos desconocidos para la inmensa mayoría, Google decide que son suyos y que puede tanto tratarlos como comercializarlos y que no solo no nos tiene que pedir permiso sino que no tiene porqué cumplir con nuestra Legislación de Protección de Datos, porque lo que pretendemos es ejercer censura.
Google ofrece servicios excelentes, que no dejarían de serlo si permitiera a las personas, aunque fuera a posteriori, que cancelaran su información y que pudieran pedir no ser nuevamente indexados. La tecnología se lo permite y de hecho ya lo hacen censurando ciertas webs en determinados países.
Defendamos nuestro derecho a la protección de datos, a nuestra privacidad y a nuestra libertad y dejemos de amar a un Gran Hermano que no se comporta como es debido.
Esta mañana el Tribuna de Justicia Europeo ha resuelto que «el gestor de un motor de búsqueda está obligado a eliminar de la lista de resultados obtenida tras una búsqueda efectuada a partir del nombre de una persona vínculos a páginas web, publicadas por terceros y que contienen información relativa a esta persona, también en el supuesto de que este nombre o esta información no se borren previa o simultáneamente de estas páginas web, y, en su caso, aunque la publicación en dichas páginas sea en sí misma lícita».
Una gran alegría que sea así… ahora a esperar la respuesta de Google.
Ahora sólo falta conocer la reacción de google desde un punto de vista práctico ¿Aplicará la sentencia?
Estaremos atentos a los movimientos de Google, como siempre.